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«La manzana de la muerte»: robos y asesinatos en una zona caliente del GBA

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En pleno centro de Sarandí, alrededor de la avenida Mitre, hubo cuatro crímenes en los últimos dos años. «Se están llevando a los buenos», resumen los comerciantes.

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Dolor. Rubén Godoy (53), en la pizzería donde asesinaron a su hermano Miguel. (FERNANDO DE LA ORDEN)

Avellaneda

La avenida Mitre está cargada de autos y colectivos de ocho líneas distintas. En las veredas, la gente va y viene, sale de un comercio y entra a otro. En el centro de Sarandí siempre hay movimiento. Pero también hay algo en las miradas, en las voces, que vuelve el aire más pesado y no puede pasar desapercibido. El miedo y el dolor son sensaciones; pero aquí, en la manzana delimitada por Mitre,Supisiche, Luis María Campos y General Acha, la inseguridad es una realidad que se llevó cuatro vidas en dos años.

A diez minutos de Capital Federal, esta localidad de Avellaneda se convirtió en una de las zonas más calientes del Conurbano. El último crimen fue el del parrillero Juan Alonso (58), ocurrido el 22 de enero en la casa de comidas ubicada en Acha 75. Su muerte golpeó con dureza a un barrio que todavía lamentaba la pérdida del kiosquero Marcelo Ariel Callegaro (29), asesinado por motochorros el 6 de diciembre , a media cuadra de allí, en Mitre y Acha.

Doblando la otra esquina, sobre Suipisiche, la “manzana de la muerte” tiene más historias de tragedias recientes. Una es la de Miguel Godoy(47), maestro pizzero y encargado de “Los Picapiedras”, otro tradicional negocio de Sarandí, asesinado en noviembre de 2014. “A la familia Godoy la destruyeron por completo”, lamenta, con lágrimas en los ojos, Rubén (53), que sigue trabajando en el lugar donde mataron a su hermano.

La última sobre esa calle fue la de Matías Terrón (29), el joven ejecutado en junio del año pasado cuando ladrones lo quisieron llevar a la casa de sus padres, ubicada en Suipisiche al 100. Nunca llegó a conocer a su hijo, que nacerá en los próximos días. Y Néstor, su padre, que luchaba contra una enfermedad desde hace una década, falleció hace dos semanas. “Cuando le cayó la ficha de la muerte de su hijo, su salud empeoró”, explican en su círculo íntimo.

"La manzana de la muerte": robos y asesinatos en una zona caliente del GBA

Precaución. Juan Arce atiende su local por una ventana, después de

La inseguridad no se limita a “la manzana de la muerte”. A sólo cuatro cuadras de ahí asesinaron a Raúl Contreras (56). En mayo del año pasado, tres ladrones intentaron robarle el auto mientras le enseñaba a manejar a su hijo de 19 años. Lo mataron de dos balazos.

Sobre Mitre, entre Salta y Pergamino, –la zona que recorrió Clarín– prácticamente todos saben lo que es tener un arma en la cabeza. “A nosotros nos asaltaron seis veces en menos de un año”, cuenta Juan Arce, dueño de una granja en Mitre y Suipisiche. En el último robo, uno de los ladrones le revisó el cuaderno donde registraba las ventas del día. “Sacaba la cuenta y me decía que tenía que tener más plata, pero no había porque le había pagado a proveedores”, explica el comerciante.

En la esquina deavenida Mitre y General Hornos funciona la Química Roviser, donde atienden detrás de un doble enrejado. “Lo pusimos después de que nos entraran a robar cuatro veces”, recuerda Alberto Massimimo (51), uno de sus dueños. “A nuestros hijos los acompañamos hasta la parada del colectivo y cuando vuelven los vamos a esperar. Organizamos nuestras vidas en función a la inseguridad”, resume.

En Mitre y Prudan, a dos cuadras de la comisaría 4° de Sarandí, está la farmacia Maga Shop. En noviembre sufrieron dos robos en cinco días. “Entraron, preguntaron por algunos remedios hasta que nos amenazaron y nos llevaron al fondo con clientes y todo”, relata Melisa Pérez, encargada del local. Y agrega, con resignación: “Lo peor es que son de la zona, después los ves pasar por la puerta”.

Al lado hay una panadería donde ladrones entraron a robar el 23 de enero, el mismo día que los vecinos realizaron una marcha de inseguridad después del crimen de Juan Alonso. Al día siguiente, intentaron asaltar una heladería –que también tiene el mostrador enrejado– pero la encargada del negocio logró refugiarse en la parte de atrás del local.

Los vecinos se cansan de enumerar casos de asaltos en las paradas de colectivos a cualquier hora o caminando. Enrique Beceiro (49) exhibe con bronca la herida de un puntazo que recibió en el torso, hace un año, cuando lo asaltaron mientras esperaba un remís en la puerta de su casa, a las 7 de la mañana.

Hasta las ambulancias del PAMI que está sobre Mitre y Chenault fueron blanco de los ladrones. “Varias veces las abrieron y se llevaron los instrumentos que tenemos adentro, que encima son para los jubilados”, cuenta un empleado. Por eso, cada vez que estacionan los vehículos los deben vaciar y volver a cargar en cada salida.

Los vecinos y comerciantes comparten los relatos sobre los robos que sufrieron y un mismo reclamo: aseguran que no hay presencia policial. Durante toda una tarde en la zona, Clarín apenas observó algún que otro patrullero y dos motos que, apuntan los vecinos, quedaron como refuerzo desde el último homicidio. En el Municipio, que conduce el kirchnerista Jorge Ferraresi, sostienen que ellos aportan los datos de las zonas más calientes pero que “el control efectivo de que se cumpla es de la Provincia”. En el Ministerio de Seguridad bonaerense aseguran que se destinó un refuerzo para la zona.

Sobre Mitre, la Prefectura hace todos los días controles vehiculares, pero los vecinos cuestionan su efectividad. “Paran a los menos sospechosos para ver si tienen el seguro al día. Por al lado les pasan las motos sin patente y autos con más de tres personas”, critica un comerciante.

Clarín.com

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